Relato: VOZ CAVERNOSA

VOZ CAVERNOSA

—¡Leries, espérame! —Apenas logro darle alcance. Se nota que está más desarrollado que yo—. ¡No me dejes tan atrás! Dijo Madre que tenías que cuidar de mí. Como le cuente que me has dejado solo en …

Siento un fuerte golpe en la frente. Caigo al suelo sin poder conservar el equilibrio. Me coge del cabello y me fuerza a mirar hacia arriba.
—No me amenaces con decírselo a Madre. —La mirada de mi hermano mayor me asusta. El ya ha cumplido los quince y yo apenas sobre paso los once—. Me han obligado a llevarte conmigo en la exploración de los alrededores, y no me gusta hacer de niñera.
Me levanta a pulso utilizando mi cuero cabelludo como punto de apoyo. Me obligo a no llorar y aguanto el dolor mientras algunas lágrimas, más de rabia que de dolor, luchan por brotar de mis ojos entrecerrados. Algún día cuando sea más mayor, podré defenderme de él y sus continuos abusos. ¡Qué fácil es ser mayor y aprovecharse de los más pequeños¡ Me suelta con esa medio sonrisa que me hiela la sangra y otea hacia los árboles y camina hacia un pino joven que está al borde del claro donde nos encontramos. Me hace un gesto para que me acerque. Por su mirada, no se trata de una petición. Me aproximo con premura pues no me apetece recibir otro golpe como el de antes.
—Goel, sube a las ramas superiores de este árbol e intenta divisar el campamento. —Su voz intenta mostrar calma pero se nota un matiz temeroso. Lo sabía, nos hemos perdido—. Vamos, a que esperas. Tienes que subir tú porque esas ramas no aguantarán mi peso.
Otra mentira más. No quiere reconocer su mayor debilidad, tiene miedo a las alturas. Si fuera otro momento con menos tensión le haría un par de bromas al respecto pero, con el estado de nervios que tiene, sería capaz de apalearme un buen rato. Me encaramo a la primera rama e inicio una lenta y dura subida. Ya estoy cerca de las ramas superiores. Miro hacia abajo con una mezcla de miedo, pues estoy a una decena de metros del suelo, y orgullo. Mi hermano me mira con una expresión iracunda.
—Pero no me miras a mí boñiga de mula. —Su voz me llega amortiguada por la distancia y el ramaje del pino.
—Busca el campamento o nos tocará cenar hierbas, bayas o cualquier cosa igual de sabrosa.
Me enojo pero tiene razón. La idea de cenar caliente llena mi mente. Seguramente Madre y mi hermana Eliana habrán hecho tortas de maíz y alguna alimaña estofada. Me ruge el estómago recordándome que poco a poco cae el día para dejar paso a la noche. Subo hasta la copa del árbol y comienzo a otear. ¡Qué sorpresa! Un cervatillo está apenas a unos treinta metros de nuestra posición y avanza como alma que lleva el diablo. Mi mente me trae recuerdos de la última vez que tomamos estofado de ciervo. Padre aún seguía vivo. Creo que si llevamos esa pieza a Madre nos perdonará por haber estado todo el día perdidos por los alrededores del campamento. Me giro hacia Leries.
—Prepara el arco. Hacia ti viene un cervatillo. —Su cara se ilusiona. Pienso que ha llegado a la misma conclusión que yo. Sus ojos reflejan un breve estado de ensoñación. Se imagina su entrada triunfal en el campamento como un gran cazador, pero esa sonrisa tonta,…está pensando en la Uasa, la hija de la amiga de Madre. El muy tonto seguro que piensa que si la impresiona se irá con él a aceptará pasar toda la noche juntos—. Despierta hermano que se te echa encima. Va rápido así que solo tendrás un disparo.
Mi hermano coge su arco corto, le coloca una flecha y me mira. Le indico que el animal se aproxima al claro por el noroeste de su posición. Se coloca tras un árbol cercano y tensa el arco. No me atrevo ni a respirar por miedo a descubrir nuestra posición. De repente el animal llega al claro y mi hermano suelta la cuerda del arco. Le acierta en una pata delantera, o eso imagino pues desde mi posición solo he podido ver como el cervatillo cae de bruces. Se oyen unos lamentos, pero hay algo raro en ellos. Hace tiempo iba con Padre de caza y alguna vez cazamos ciervos, pero esos quejidos no se parecen en nada. Pierdo de vista a mi hermano, seguro que se ha acercado al cervatillo para degollarle. Ahora caigo, el animal huía sin ocultarse de los depredadores, no estaba pastando si no que se dirigió directamente al claro. Es un comportamiento extraño. Se me hiela la sangre. Ahora caigo. Estaba huyendo de algo. Me apresuro a volver a la copa para intentar ver a lo que acosaba al animal. Busco en la dirección de la que venía este. ¡No puede ser! Me giro hacia abajo y desciendo de forma poco prudente.
—¡Leries! ¡Hay que salir de aquí…! —Sigo bajando sin hacer caso de las ramas que me cortan en la cara y los brazos—. ¡Corre que ya vienen!
Por fin veo a mi hermano. Mira hacia arriba con una expresión de triunfo en la cara. Su mano lleva la cabeza del cervatillo. Es así, Leries es un poco sádico. Su cara se transforma al ver mi expresión de terror y empieza a mirar alrededor. Se encarama al árbol y empieza a subir hacia mí. Un aullido nos congela en nuestras respectivas posiciones.
—Lobos de las Colinas —decimos a la vez. Empieza a subir desesperadamente Se oye un silbido como de una… ¡flecha! Estamos salvados. Seguro que se trata de una partida de caza de…
Mi hermano se detiene con una mueca que me desconcierta. Suelta el agarre que tiene y cae hacia atrás. Tiene algo en el pecho. Todo ocurre muy lento. Tiene sangre. Una flecha le sobresale del peto de tela que lleva. En sus ojos, se incrusta esa expresión que me perseguirá toda mi vida. Alguien grita el nombre de mi hermano. ¿Soy yo el que lo hace? Su cuerpo llega al suelo y al golpear contra él, brota sangre de su boca. Intenta moverse, o eso parece, pero no logra incorporarse. Empiezo a descender y sigo oyendo su nombre. ¿No soy consciente de que estoy gritando y revelando mi posición al que ha herido a mi hermano? Dos sombras se abalanzan sobre él. Distingo a dos lobos de las colinas y percibo como sus mandíbulas destrozan tejidos y huesos. Me freno en seco. Mi hermano ha muerto y estoy en peligro. Mis ojos empiezan a inundarse. Tengo que calmarme o yo tampoco duraré mucho más. Algún humano ha matado a Leries, los lobos son fieros pero no disparan flechas. Me obligo a moverme. Mis músculos parecen forjados por el herrero del campamento, no se mueven. Un lobo mira hacia arriba. Sus ojos son monstruosos. Están inyectados en sangre, pero lo peor es que transmiten una gran inteligencia. Son muy diferentes a los lobos comunes. Estoy aterrado. Subo gimiendo hacia las ramas más altas. Un sonido delata que una flecha se ha clavado en el sitio donde estaba hace un instante. Me acurruco entre dos ramas y me pego todo lo que puedo a la corteza. Otra flecha florece al lado de mi mano derecha. No voy a durar mucho. Tapo mi cara con las manos esperando lo inevitable. Palpo en mi cuello algo extraño. Lo saco de mi camisa. Es el colgante que encontré a media tarde. Reluce. Lo agarro con fuerza aunque porqué lo hago.
—¿Necesitas ayuda? —Una voz cavernosa resuena por toda mi cabeza—. Puedo ayudarte si quieres. Sólo tienes que romper el colgante que tienes y todo acabará.
No sé de donde proviene la voz. Parece llegar a mi cabeza. Miro el colgante y algo parece moverse dentro de él. Siento un pinchazo en el gemelo izquierdo. Es una flecha. Al fin me han alcanzado. Me muerdo los labios de dolor.
—¡Necesito …! —grito—.¡Ayúdame!
Me arranco el colgante y lo estrello contra el árbol. Un destello verduzco empieza a aparecer donde he incrustado el colgante. Boom… una explosión me lanza lejos de la seguridad de mi escondrijo y comienzo a caer. Veo mi brazo partir en otra dirección. La explosión me lo ha tenido que cercenar. No siento dolor. No siento nada. Miro a mi alrededor y noto como se aproxima el suelo. Al lado del cuerpo de mi hermano veo a un monje y unos caballeros ataviados con los colores de algún rey. Sus miradas van desde el puro odio al horror. ¿Qué les hemos hecho para que nos maten? El sol se oculta y vuelvo a mirar el cielo. No ha podido oscurecer tan rápido. No hay sol pero algo lo tapa. Algo que se aproxima hacia mí.
—Gracias por liberarme. —Otra vez esa voz.
La siento dentro de mi cabeza. Se ríe de mí. No puedo enfocar lo que se me aproxima. Oigo ruidos abajo. Las flechas vuelan a mi alrededor. Algunas se me clavan en la espalda pero no me quedan fuerzas para gritar. Noto calor y vuelvo a mirar hacia arriba. Me encuentro con algo que no logro comprender. ¿De dónde ha salido? Unas llamas me sobrepasan por la derecha y me abrasan el otro brazo. Debo de estar muy cerca del suelo. Impacto contra él. En ese momento enfoco lo que descendía hacia mí. Ya entiendo porque nos disparaban. Ya sé de quién era la voz cavernosa de mi cabeza. Yo me estoy muriendo pero puede que haya sido el culpable del fin de parte de mundo. Un mal olvidado tiempo atrás. Otra ráfaga de llamas vuela hacia mí. Estoy a punto de perder el conocimiento y la vida. El fuego me envuelve y no puedo dejar de pensar en el horror que he traído a este mundo.
—Lo siento Madre —logro susurrar o eso creo. Las lágrimas acuden prestas a mis ojos—. He liberado a un Dragón de su prisión. Adiós.

***o***

Un fuerte dolor en el pecho me hace incorporarme con un grito intentando salir de mis entrañas pero sin lograrlo. ¡Estoy vivo! Sudo profusamente y estoy desorientado, ¿Dónde estoy? Mi visión se va adaptando a la penumbra. Estoy en mi cuarto en el asentamiento de la falda de la montaña de Oysau. Mi hermano duerme en el camastro anexo al mío. ¡Está vivo! Su respiración es regular. Todo ha sido un sueño. Me llega el eco de un dolor creciente de mi mano izquierda. Está apretando con fuerza el colgante que encontramos Leries y yo en nuestra última exploración. Lo he apretado tan fuerte que un ligero hilo de sangre resbala por mi antebrazo. Fuerzo a mi mano a que me responda pero me cuesta abrirla, está entumecida. Poco a poco consigo soltar el colgante que tiene un ligero matriz brillante azulado. Me inclino sobre mi mano para poder ver mejor el colgante. Algo parece moverse en su interior.
—Aún puedo ayudarte. —¡No puede ser! ¡Esa voz cavernosa en mi cabeza! No es posible, era un sueño, ¿o no?—. Tarde o temprano me necesitarás.

Nota: Presentado a la Primer Concurso de Relatos de Sant Jordi de la Asociación La Era del Caos (Relato en el Foro del Concurso)