Relato: HUARGO

HUARGO
El rey intentaba no bostezar. Llevaba ya recluido en la reunión del consejo del reino desde el alba. Solo se trataban temas sin ningún tipo de interés para él. De una puerta lateral entró un ayudante de cámara. Este se acercó al rey y le tendió una nota doblada y encintada. Voraz se lanzó sobre ella, necesitaba alejarse del sopor al que le invitaban cada mañana.
“Ha regresado la partida de caza de su Búsqueda de la Bestia, lamento…”
Dejó la nota sin leerla al completo. Con un gesto mandó callar al noble que se afanaba en hacer ver al resto su prioridad sobre las negociaciones de los aranceles del comercio textil. Cuando iba a comenzar a clamar a los cuatro vientos la llegada triunfal de la partida de caza y la celebración de un banquete en su honor, un gesto de su más sabio consejero, Ausion, le hizo callar. Este le tendió de nuevo la nota y le instó a leerla al completo.
“… comunicarle que solo ha habido un superviviente y le espera en la sala continua, pues su estado de salud es deplorable.”
El rostro del rey mostraba su sorpresa y decepción.
—Señores míos, me reclaman asuntos de extrema gravedad —dijo con la mirada aun perdida en la notificación.
Dicho esto, el Rey y Ausion se levantaron y salieron de la sala por una puerta lateral siguiendo al portador de la comunicación. Es la sala contigua, encontraron a un soldado repleto de heridas de poca consideración y una fuerte conmoción. Apenas era capaz de articular palabra. El Rey se inclinó hacia él y le tranquilizó. Cuando su hubo repuesto lo suficiente, le instó a que le contará la verdad de lo sucedido, sin temor a ningún tipo de represaría. Así comenzó la narración del único superviviente de una partida de caza compuesta por diez lanceros y cinco ballesteros de la Guardia del Rey:
“Al alba, la partida de caza llegó a los límites del Bosque Real del Norte. El capitán de la formación decidió que nos dividiéramos formando grupos de dos lanceros y un ballestero. Además, nos asignó una zona de búsqueda y quedamos en ese mismo punto de acceso en dos horas. Todo bien planteado y organizado, pero no estábamos preparados para lo que íbamos a ver. Había pasado poco más que un cuarto del tiempo de búsqueda cuando oímos una especie de aullido quejoso. Corrimos en esa dirección y mientras más nos acercábamos, más gruñidos y gritos humanos escuchábamos. Sabíamos que teníamos que ayudar a nuestros hermanos. De pronto entramos en un claro y lo que vimos allí, nos paralizó. Junto a nosotros yacía un huargo gris muerto. Una alabarda atravesaba su lomo y su mirada estaba vidriosa. Junto a él estaban ocho de los nuestros totalmente destrozados, En el centro del claro, luchaban contra otras dos de esas bestias cuatro compañeros nuestros y no estaban siendo capaz de manteneros a ralla. Íbamos a intervenir cuando un huargo negro se nos echó encima… en ese momento todo se vuelve borroso. Creo que perdí la conciencia unos minutos. Cuando me recobré, todo mis compañeros yacían muertos a mi alrededor.  Cuando logré incorporarme, tuve la enorme testa del que parecía el líder de la manada. Sus ojos desprendían una enorme inteligencia. Me mostró unas fauces inmensas y pensé que era mi fin. En ese instante, emitió un tremendo aullido y me indicó un sendero con un movimiento del hocico. Me dejó vivir pero: ¿Por qué?”
—Para que nos pudieras contar tu historia —dijo Ausion mesándose las barbas—. Justo por eso.

Nota: Publicado en la revista nº 1 de Lupus in Fábula estrenando la sección de Creatura ExNatura (LiF 1: Lupus in Fábula)